La resurrección de Jesús

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Resurrección

La resurrección de Jesús

Texto: Lucas 24:1 -7
El primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro, trayendo las especias aromáticas que habían preparado, y algunas otras mujeres con ellas.
Y hallaron removida la piedra del sepulcro; y entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús.
Aconteció que estando ellas perplejas por esto, he aquí se pararon junto a ellas dos varones con vestiduras resplandecientes; y como tuvieron temor, y bajaron el rostro a tierra, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?
No está aquí, sino que ha resucitado. Acordaos de lo que os habló, cuando aún estaba en Galilea, diciendo: Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día.
Hasta el día antes de la resurrección pareciera que había llegado el fin de los seguidores de Jesús, un posible intento más, fallido como muchos ya había acontecido con anterioridad.
Los enemigos de Jesús celebraban la victoria de haber por fin eliminado al nazareno que los confrontaba. Las autoridades militares habían terminado con unos días de revueltas y disputas religiosas entre los judíos. Los pecadores que habían sido puestos en evidencia ahora estaban libres de aquella mirada acusadora.
Los discípulos algunos temerosos de correr igual suerte que Jesús se ocultaban lo mejor posible. Otros angustiados por el dolor y la pesadumbre no encontraban consuelo en ningún lugar. Unos deciden volver a pescar para distraerse u olvidar las penas y el luto.
La madre de Jesús y sus amigas ya convencidas de que nada más podían hacer, vienen cargando los ungüentos para preparar el cuerpo para una honrosa sepultura, ya que la prisa del día anterior y por causa del día de reposo no habían podido hacer nada al respecto.
Todo parece ser un día normal hasta que en ese amanecer del domingo cuando salen los primeros rayos del sol, las mujeres que se acercan a la tumba que debía contener el cuerpo de Jesús, descubren que esta se encuentra abierta y no ven ni rastros del que consideraban muerto.
Entonces son confrontadas en medio de su confusión por seres espirituales que le dicen:
¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?
Ese fue el inicio de un nuevo amanecer, un día que pasa del luto a la fe, a la esperanza, al gozo, a la vida. A partir de ahí cobraron fuerzas los discípulos y fueron a testificar del poder de Dios a todas las naciones, hasta llegar a nosotros en la actualidad.
Hoy el mundo se encuentra en medio de una crisis sanitaria que ha impactado a cerca de dos millones de personas, otros 112 000 han muerto, y el resto está en angustia y ansiedad sin ninguna garantía de poder evitar esta pandemia.
La muerte parece ganar terreno cada día, ya muchos se han resignado a esperar que les visite la muerte, otros no tienen a quien acudir, y ni la ciencia ni la religión pueden ofrecer garantías.
Solo queda un lugar donde mirar, no es entre los muertos, sino al que vive. ¡Jesús vive!
Nuestra esperanza está en un cristo Vivo. Venció al pecado. Venció a la muerte.
Aunque todo parezca perdido, aún hay esperanzas en Jesús. Acordaos de lo que os habló, cuando aún estaba en Galilea, diciendo: Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día.
Juan 11:25-26 Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque
esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente.

¿Crees esto?


Rector: Rev. Enoel Gutiérrez E
Rector: Rev. Enoel Gutiérrez E

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Viernes Santo 2020

Las palabras de Jesús en la cruz.

Category : Teología

Tradicionalmente el viernes cuando la cristiandad recuerda la crucifixión de Jesús, se repiten en uno o varios sermones las conocidas 7 palabras de Jesús en la cruz.
En realidad, no son siete palabras, sino siete locuciones o expresiones en sus últimas horas de agonía en el martirio.
El conjunto de estas 7 expresiones aparece disperso en los diferentes evangelios, y el orden cronológico con el cual fueron dichas no se conoce con exactitud, ya que cada evangelista del Nuevo Testamento resalta aspectos diferentes. El orden que hoy tenemos es resultado de la tradición de la iglesia que así ha considerado que resultarían más lógicos y razonables.
1) «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.» (Lucas, 23: 34).
2) » De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.» (Lucas, 23: 43).
3) «Mujer, he ahí tu hijo. […] He ahí tu madre.» (Juan, 19: 26-27).
4) » Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? » (Mateo, 27: 46 y Marcos, 15: 34).
5) «Tengo sed.» (Juan, 19: 28).
6) «Consumado es.» (Juan, 19: 30).
7) «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.» (Lucas, 23: 46).
Es imposible para ningún humano, poder identificarse totalmente con el dolor y el sufrimiento que padeció Jesús en ese momento, pues entre el agonizante dolor físico causado por los azotes y la crucifixión, se suman el dolor de la traición, la burla, ver el sufrimiento de quienes le amaban, incluyendo su madre, y para más el peso del pecado de toda la humanidad siendo vencido por medio de su sangre derramada.
Aquí encontramos una muestra integral del amor de Jesús por toda la humanidad, quien, en los momentos de mayor dolor físico, no escatimó en dedicar sus últimas energías y suspiros para dejarnos un mensaje de amor y de esperanza.
Podemos resumir estos mensajes de la siguiente manera.
1. Perdón para todos incluyendo aquellos que consideramos que no lo merecen.
2. Esperanza para todo aquel que en él cree, aunque sea en los últimos minutos de
su vida.
3. Amparo para quienes pierden a un ser querido.
4. Expresión de dolor y de soledad en medio del sufrimiento y la inminente muerte.
5. Manifestación de su humanidad al expresar la sed.
6. Compromiso de cumplir con su deber, aunque en esto le fuera la vida.
7. Rendición y entrega total en las manos de Dios Padre.
Isaías 53:11 Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos.

Rector: Rev. Enoel Gutiérrez E
Rector: Rev. Enoel Gutiérrez E

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Santa Cena

LA NUEVA PASCUA

Category : Teología

Texto: Lc 22:7-8, 14-20

El texto que acabamos de leer nos lleva a la institución de la Cena del Señor como sacramento de la iglesia cristiana. Los primeros versículos nos hablan de la celebración de la pascua. Esta era una fiesta que el pueblo judío celebraba anualmente. Jesús y sus discípulos, como buenos judíos, también se disponían a celebrarla. Pero en esta ocasión, algo diferente iba a suceder.

Hasta ese día, quienes se reunían a la mesa, compartían los elementos: carne de cordero, pan sin levadura y vino, agradeciendo a Dios por haber liberado a sus antepasados de la esclavitud en Egipto. Pero en esta ocasión, aquellos elementos toman una connotación diferente. Cuando Jesús parte el pan, les dice que ese es su cuerpo, que por ellos será dado. Cuando toma la copa de vino, les dice que esa es la copa del nuevo pacto en su sangre. Y les dice: “Haced esto en memoria de mí.”

Al día siguiente, Jesús es inmolado como el cordero de la pascua, derramando su sangre inocente para salvar a todos los pecadores. Por tanto, Jesús es la pascua. Por su sangre, ha establecido un nuevo pacto, que recordamos siempre que compartimos en comunión el pan y el vino.

Pero este acto de recordación implica mucho más, no es solo recibir el pan y el vino. Jesús nos deja instrucciones sobre algo que nosotros debemos hacer como parte activa en esta relación de pacto.

En el relato de Juan, en medio de la cena, Jesús lava los pies de sus discípulos para dejarles una enseñanza, con la intención de que aquel mensaje permanezca como una práctica en sus vidas. Él quiere que se demuestren el amor por medio del servicio los unos a los otros. Por eso es que, así como él habla de un nuevo pacto, en el evangelio de Juan, él habla de un nuevo mandamiento. Después de haber terminado de cenar, les dijo: “Un mandamiento nuevo os doy: que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros” (Jn 13:35).

A la Santa Cena también se le conoce como la Comunión. La palabra griega que se emplea para comunión es koinonia, que significa también participación, hermandad, compartir, etc. El énfasis aquí es que la cena del Señor representa la unidad del cuerpo de Cristo. Cuando se establece un pacto no es solamente para recibir, sino que implica una entrega, un compromiso muto entre los participantes de dicho pacto. En otras palabras, en la cena del Señor, además de renovar mi pacto con Dios, estoy renovándolo con su pueblo. Al compartir el pan y el vino me estoy asociando con Dios por medio del sacrificio de Cristo, pero al mismo tiempo, todos estamos compartiendo su vida por fe, por tanto, estamos confirmando que somos parte del mismo cuerpo que es la iglesia de Cristo.

Este año, no podemos celebrar la comunión en la iglesia junto a nuestros hermanos y pastores, sin embargo, es una oportunidad especial que Dios nos está ofreciendo para celebrarla en familia. La primera pascua tuvo lugar en Egipto, en condiciones algo similares a las que hoy estamos viviendo. Cada familia debía permanecer en su hogar, compartiendo la cena que constaba de pan sin levadura, vino y la carne del cordero sacrificado, cuya sangre debía untarse en los marcos de las puertas como señal de que el ángel de la muerte no entraría a llevarse el primogénito de esa familia.

Hoy vivimos uno de los sucesos más trágicos en la historia del mundo moderno. Nuestra generación nunca había experimentado algo así. En estos momentos, muchos están tratando de encontrar una respuesta lógica para lo que está sucediendo y donde quiera en las redes salen médicos y otras personas dando recetas, consejos, remedios. Muchos otros están dando profecías, tratando de ofrecer una explicación a lo que se vive y cómo terminará todo. Pero la realidad es que nadie, en ningún lugar de este mundo, ha podido ofrecer una valoración precisa acerca de cómo saldremos de esta situación.

Pero tú y yo conocemos personalmente al Dios de los imposibles. No tenemos que rompernos la cabeza tratando de buscar una solución lógica, porque no la encontraremos. Nos toca estar quietos, cuidarnos y ver la salvación que Dios nos traerá.

Hoy nos encontramos como los discípulos, cuando, en medio de un ministerio de señales, prodigios, sanidades y milagros, de pronto, Jesús les anunció que iba a padecer y a morir. Pero no los dejó ahí. Les dijo algo que cambiaría el curso de la humanidad: iba a resucitar.

Ese es el mensaje que debemos recordar hoy. Sabemos que padeció, sufrió y murió, pero no quedó en la tumba, sino que resucitó victorioso. Eso es precisamente lo que celebramos cada año en semana santa. No es una celebración al sufrimiento y muerte de Jesús, sino todo lo contrario, un festejo por su victoria al dejar una cruz y una tumba vacía como símbolo de su victoria sobre todo plan del maligno y sobre toda lógica humana. Él es especialista en transformar las aparentes derrotas en grandes victorias, y en este caso, estamos recordando la mayor victoria de todas.

Este año, una manera de celebrarlo puede ser viviendo esa comunión que Jesús instituyó, de una manera activa en familia. La iglesia es una familia de familias, por tanto, donde quiera que haya una familia reunida, ahí está la iglesia de Cristo. Cuando compartimos y nos servimos en amor los unos por los otros, estamos viviendo esa comunión de la manera en que Jesús quiere que hagamos en memoria de él.

Estamos viviendo momentos difíciles, hay mucha tensión en el ambiente. Recordemos que aquella noche, Jesús también estaba pasando por un momento difícil. Sabía que lo iban a entregar, e incluso, sabía que quien lo iba a entregar, estaba ahí entre ellos, y era uno de sus discípulos.

Sin embargo, tomó tiempo para dar una lección de amor y de esperanza que nos llega hasta nosotros hoy.

Recuerda sus palabras: En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.

Haced esto en memoria de mí.

Decano: Rev. Heriberto Hernández J
Decano: Rev. PhD Heriberto Hernández J.


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Semana Santa 2020

Semana Santa 2020

Category : Noticias

¿Cómo es que se determina la fecha de la Semana Santa?
Cada año celebramos la Semana Santa en fechas comprendidas entre los meses de marzo y abril, pero ¿Por qué no tienen una fecha fija para todos los años?

Debemos partir de que la fecha está determinada por la tradición judía de la celebración de la pascua.
Desde el 1250 a.C. en los tiempos en que Moisés guía al pueblo para que saliera de Egipto, quedó establecido el ritual de la pascua como algo memorable para la nación hebrea. (Éxodo 12 y Números 9).
A partir de ese momento la fecha de la pascua vino a ser el indicador para el primero de los meses para el calendario de celebraciones y rituales de los judíos. Así se describe en el libro de Éxodo12:2 Este mes os será principio de los meses; para vosotros será éste el primero en los meses del año.
De ahí que el mes de Nisán viene siendo el mes primero. En lengua acadia y del idioma sumerio nisag: significa retoño, primer brote. Resultando así en el primer mes del calendario hebreo bíblico, con el cual conmemoran la salida de la esclavitud en que vivían en Egipto. Ya en el moderno calendario hebreo este comienza con el mes de Tishrei del idioma acadio: tašrītu (comienzo) el cual conmemora la creación, dejando a Nisán en el séptimo mes.
Para los judíos la celebración de la pascua comienza en 14 de Nisán en la tarde cuya celebración dura 7 días y para los judíos de la diáspora dura 8 días.

¿Cómo se llega a establecer esa fecha de tal manera que en nuestro calendario nunca tiene un día fijo?
Ya dijimos que es una celebración tradicional de origen judío, por lo que ellos establecen sus fechas partiendo del antiguo calendario lunar. Los meses no coinciden con los nuestros por lo que es necesario ajustarse a sus cálculos.
Para ellos el domingo de pascua corresponde con el domingo siguiente a la primera luna llena que se ve después del equinoccio de primavera del hemisferio norte, con la particularidad de que nunca se pase de los días comprendidos entre el 22 de marzo y el 25 de abril. Los primeros cristianos celebraban la pascua conforme a la fecha y el ritual hebreo hasta que en el Primer Concilio de Nicea (año 325) se estableció que esta fuera también la fecha en que se celebrara la Pascua de los Cristianos, pero despojados de los rituales judíos ahora tendría una liturgia cristiana.

En otras palabras, podemos explicarlo de manera más sencilla.

La Tierra en su traslación alrededor del Sol pasa por dos puntos donde se aleja o se acerca al máximo del Sol produciendo así la temporada invernal para el hemisferio norte en diciembre, y verano para el hemisferio sur, y viceversa, conocido como los solsticios de verano e invierno respectivamente en los meses de junio y diciembre coincidiendo con los días 21 y 22 de esos meses.
Los equinoccios del latín: aequinoctium (aequus nocte) o (noches iguales) ocurren cuando La Tierra en su recorrido pasa por puntos en los cuales las duraciones de los días y las noches tienen mayor exactitud. Esto sucede en los meses de septiembre y marzo entre los días 20 y 21. De aquí que el calendario judío toma esta fecha de marzo como partida para celebrar en la siguiente luna llena el domingo de pascua.
Una vez establecido el domingo toda la semana es organizada. La pascua cristiana no es celebrada de la misma manera que la judía, pero sí en la misma fecha. De ahí que cada año la celebración varía entre los meses de marzo y abril.
Una vez establecida la fecha de la pascua se derivan una serie de celebraciones cristianas como la Ascensión (el ascenso de Jesús al cielo) se celebra 40 días después de Pascua, y Pentecostés 10 días después de la Ascensión. O sea, cincuenta días después de la pascua. La semana anterior a la Pascua de Resurrección es la Semana Santa, que comienza con el Domingo de Ramos donde se conmemora la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén y de ahí las demás conmemoraciones de la semana como la última cena y la crucifixión.
Algunos son de la opinión de que nadie sabe con exactitud si fue en esa semana o no los últimos acontecimientos de la vida de Jesús, algo que está bien evidenciado en las escrituras, pues ella misma dice:

Mat 26:1-2 Cuando hubo acabado Jesús todas estas palabras, dijo a sus discípulos: Sabéis que dentro de dos días se celebra la pascua, y el Hijo del Hombre será entregado para ser crucificado.
Mat 26:17-18 El primer día de la fiesta de los panes sin levadura, vinieron los discípulos a Jesús, diciéndole: ¿Dónde quieres que preparemos para que comas la pascua? Y él dijo: Id a la ciudad a cierto hombre, y decidle: El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa celebraré la pascua con mis discípulos.
Mar 14:1-2 Dos días después era la pascua, y la fiesta de los panes sin levadura; y buscaban los principales sacerdotes y los escribas cómo prenderle por engaño y matarle. Y decían: No durante la fiesta para que no se haga alboroto del pueblo.
Mar 14:16 Fueron sus discípulos y entraron en la ciudad, y hallaron como les había dicho; y prepararon la pascua.

Luc 22:15 Y les dijo: ¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca!

Así podemos concluir seguros de que es la semana correcta para celebrar la pascua, pero más que una fecha debemos de enfocarnos en el sacrificio de Cristo por nuestros pecados que es quien es la verdadera pascua.

Mar 14:22-24 Y mientras comían, Jesús tomó pan y bendijo, y lo partió y les dio, diciendo: Tomad, esto es mi cuerpo. Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio; y bebieron de ella todos.

Y les dijo: Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada. De cierto os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo en el reino de Dios.

Rector: Rev. Enoel Gutiérrez E
Rector: Rev. Enoel Gutiérrez E