Monthly Archives: octubre 2020

  • 0
Reforma

Una celebración, de un suceso trascendental, que nunca debemos olvidar. ( 2da edición actualizada)

El próximo 31 de octubre estaremos conmemorando un aniversario más de la Reforma Protestante. Por lo que la gran familia de iglesias y denominaciones cristianas alrededor del mundo, herederas de este movimiento, celebrarán los 503 años de vida del protestantismo histórico. Recordemos que el motivo de la fecha es, porque en el mismo día, pero del año 1517 (siglo XVI), el monje católico alemán Martín Lutero clavó en la puerta principal de la Iglesia de Wittenberg[1] el documento conocido como las “95 tesis”. De manera que, para la inmensa mayoría de los historiadores, esta fecha marca el inicio de una nueva etapa no solo en la historia del cristianismo, por abrir paso a un nuevo período en la búsqueda de las raíces auténticas de la Fe cristiana, sino también en la historia universal, por ser uno de los pilares que contribuyó al nacimiento de la era “Moderna”.

-Primeramente, vamos a definir que el concepto de “reforma” o “reformador” en el cristianismo, no es un patrimonio exclusivo de las figuras más destacadas de la iglesia en el siglo XVI. Antes de Lutero hubo quienes intentaron reformar a la Iglesia Católica, que era la que predominaba en Europa occidental. Algunos de estos reformadores fueron, Pedro Valdo, John Wycliffe, Jan Huss, y Girolamo Savonarola. Reformadores que, aunque no tuvieron los resultados deseados, el impacto y repercusión de sus ideas influyeron poderosamente en lo acontecido con el protestantismo. El origen del título de “protestantes” proviene de la segunda Dieta (Asamblea) imperial de Espira de 1529, donde a los defensores del luteranismo se les llamó por primera vez “protestantes”. A partir de aquel momento, dicho calificativo se le concedió históricamente a todas las iglesias y denominaciones cristianas, que surgieron como consecuencia de esta reforma.

-Volvamos a lo acontecido el 31 de octubre, analizando un poco el contexto de aquel acto público de Lutero, dado que no fue un hecho aislado. Para aquella época el monje alemán ya contaba con cierta reputación y popularidad. Lutero, además de ser Doctor en Teología, párroco, y profesor de la prestigiosa Universidad de Wittenberg, contaba con un amplio aval entre sus coterráneos. Debemos también señalar que la única iglesia oficial que existía en Europa occidental era la Iglesia Católica Romana, cuya cabeza principal ha sido el Obispo de Roma (Papa). En esta institución existía un ambiente de corrupción alarmante, y por si fuera poco la sociedad europea “cristiana” era el reflejo de la misma. La máxima autoridad en turno de la iglesia romana era el pontífice León X, quién emprendió esfuerzos, no para reconstruir la vida espiritual de la iglesia, ni tampoco para renovar la sociedad europea, sino para convertir a Roma en una ciudad del “Renacimiento[2]”. En otras palabras, invertir en la edificación de varios complejos arquitectónicos de gran valor artístico. Ejemplo de ello fue su proyecto cumbre, la construcción de la hoy famosa Basílica de San Pedro del Vaticano, cuyo costo para la época era difícil de sufragar por las arcas de Roma. Entonces, para continuar con dicho proyecto, el pontífice romano accedió a la financiación por medio de préstamos, otorgados por grandes banqueros imperiales. Sin embargo, para pagar las deudas contraídas, el máximo jerarca del catolicismo tenía que acudir a algún método, y ese fue las ventas de Indulgencias.

La Indulgencia era un documento firmado por el mismo Papa de Roma, que garantizaba “remisión total por los pecados en esta vida”. Dada la ignorancia, el analfabetismo, y la superstición que predominaban en Europa, la mayoría de las personas pobres fueron presas dóciles de los llamados “predicadores de indulgencias”, que con sus caravanas montaban escenografías para representar el infierno o el purgatorio, y así la gente, después de oír un “fervoroso sermón”, acudían en masas a comprar las indulgencias papales. Cuando estos predicadores con su venta de indulgencia llegaron a territorio alemán, desataron la indignación del profesor Martín Lutero y la reacción a las mismas fue que publicó, como expresamos al principio, las 95 Tesis. Clavar documentos en la puerta de la iglesia era algo común, ya que se hacía para dar información y para crear debates académicos entre estudiantes y profesores de la universidad. Esta fue la primera intención de Lutero con su 95 tesis, denunciar que la venta de indulgencias era una práctica anti-bíblica, y quiénes participaban en ella no hacían lo correcto delante de Dios. Como la imprenta ya existía para la época, en muy poco tiempo miles de ejemplares de las 95 tesis fueron distribuidos por gran parte de la región germánica y pronto se convirtieron en un éxito editorial, por lo que “Las indulgencia” sufrieron una gran caída en sus ventas. Posteriormente Lutero publicó la explicación de las 95 tesis, para argumentar sus denuncias y declaraciones.

Por supuesto, que lo contado hasta ahora solo representó las primicias del movimiento protestante. A partir de la fecha memorable, los aires de reforma se expandieron por toda Europa, y otros protagonistas se levantaron. Surgieron nuevos desafíos, ya que los poderes tanto eclesiástico como secular que predominaban en Europa, representados en las figuras del pontífice romano y el emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico, no estaban dispuestos a ceder fácilmente ante las exigencias y denuncias de los reformadores protestantes. Debido a esta incapacidad de reforma por parte de la iglesia romana, el protestantismo germinó en una gran variedad de nuevas iglesias y denominaciones con un núcleo básico doctrinal, como lo vemos hasta el día de hoy. Pero, como este artículo viene enfocado en el origen de la fecha de esta celebración, nos hemos limitado al contexto y repercusión de lo acontecido el 31 de octubre de 1517.

-Este año, sin duda, ha sido muy complicado por la razón que todos conocemos. No pretendimos en absoluto girar este artículo a la situación actual, por causa del bombardeo constante de información al que estamos expuestos día a día por causa de la Covid-19. De manera que, le invitamos por un momento a reflexionar sobre este suceso que conmemoraremos, ya que marcó el inicio del movimiento protestante en Europa e impactó poderosamente la historia de la humanidad. Han pasado casi 503 años desde el inicio de la Reforma Protestante, y como cristianos evangélicos estamos llamados a defender los principios que la hicieron nacer y desarrollarse con fuerza. Como todo proyecto espiritual y teológico en la historia del cristianismo, el movimiento protestante necesitó tiempo para tomar forma y así encontrar el camino de una reforma integral. Hoy en día, ante la avalancha de doctrinas falsas, que nada tienen que ver con el cristianismo auténtico, nosotros podemos con el mismo espíritu que guio al gran movimiento protestante, hacer énfasis en las fuentes originales de nuestra doctrina y nunca apagar el fuego evangelístico-misionero que nos caracteriza.

Sin dudas, un buen motivo nos convoca para celebrar el próximo 31 de octubre este suceso trascendental, y así nunca olvidar nuestros orígenes históricos.


Rigoberto Figueroa Yero, Th.M.
Historiador Conferencial de la IMECU

[1] ciudad de Alemania, situada a orillas del Elba, con una población cercana a los 50.000 habitantes. El nombre oficial en alemán: Lutherstadt Wittenberg (“Wittenberg Ciudad de Lutero”).

[2] Renacimiento, es el nombre dado a un amplio movimiento cultural que se produjo en Europa Occidental durante los siglos XV y XVI. Fue un período de transición entre la Edad Media y la Edad Moderna.


  • 2
Fundamentalismo o Conservadurismo

¿Fundamentalismo o Conservadurismo? Una perspectiva evangélica cubana.

En el primer momento, cuando analicé la posibilidad de escribir este artículo, quise titularlo: “Liberalismo protestante”, debido a que, la tendencia de definir (muchas veces de manera peyorativa) a grupos evangélicos con los términos de “fundamentalistas” o “conservadores”, viene precisamente de aquellos individuos que representan intelectual o religiosamente a teologías de corte liberal. Pero como el sentido de este artículo es más bien aclarar y no confundir, no quise dejar todo el espacio al fenómeno “protestante liberal”. De manera que, centraré mayormente mi atención en algunas de las causas que dieron origen a las definiciones de “Conservadurismo” y “Fundamentalismo” en el ámbito religioso protestante, y así dar posibles respuestas a la interrogante principal.

El trasfondo de este análisis se deduce por los últimos acontecimientos, a raíz de la aparición por los medios de comunicación nacionales e internacionales autorizados (como TeleSur y RusiaToday), de entrevistas y programas documentales relacionados con la fe cristiana, la Biblia, etc.; por supuesto, de impacto en la opinión pública cubana de línea protestante-evangélica.

  1. Fundamentalismo evangélico.

Primero, definamos en síntesis qué es el Fundamentalismo, y después qué es el Conservadurismo. Ambos, desde el punto de vista social, son parte de movimientos que se han manifestado en el campo religioso, cultural y político, y de una manera u otra (malintencionada o no), los han relacionado. Pero lo que nos interesa aquí, es como lo podemos percibir desde el punto de vista evangélico, por causa de la confusión que ha generado recientemente. En el caso del llamado “Fundamentalismo evangélico”, tiene su origen a finales del siglo XIX en los Estados Unidos, como reacción al liberalismo teológico y a la llamada escuela de la Alta Crítica alemana. Hagamos una parada para explicar brevemente que esta tendencia de línea liberal-teológica, chocó con los conceptos tradicionales del cristianismo, debido a que, se caracterizó por nutrirse excesivamente de la Ilustración y toma de ella la confianza en la razón humana, el progreso científico, posteriormente el evolucionismo, y abrazó e incorporó las herramientas del criticismo histórico; moldeó de una manera u otra, hasta el día de hoy, el paisaje teológico del cristianismo europeo. Algunos de sus máximos exponentes históricos: David Friedrich Strauss, Albert Schweitzer, Pierre Teilhard de Chardin, Paul Tillich, Hans Küng, por solo citar unos pocos. Por supuesto, esta corriente teológica, afectó la percepción tradicional acerca de la Cristología, del texto bíblico como Palabra de Dios, la moral cristiana, y fue caldo de cultivo para otras teologías como la llamada “Teología Latinoamericana de la Liberación”, que abrazó lecturas marxistas de la sociedad. Pero volvamos a los que nos interesa. El Fundamentalismo evangélico, fue un término que se le acuñó originalmente a iglesias y grupos evangélicos, que reaccionaron precisamente a este movimiento liberal que se venía gestando desde el siglo XIX. Por ejemplo, este liberalismo cuestionó la historicidad de Cristo, como lo relatan los evangelios, haciendo una separación entre lo histórico y lo teológico; cuestionó la historicidad de los eventos de la Creación, el Diluvio Universal, lo patriarcas, el Éxodo, los milagros de Jesús, etc. Como reacción a estos postulados, renació un movimiento (que los propios liberales definieron como “fundamentalista”) que honró la Palabra de Dios y defendió la teología cristiana fundamental. Este movimiento consolidó las bases bíblicas e históricas del cristianismo, y generó intelectuales, predicadores, exponentes, instituciones, desde los más moderados, hasta los más radicales. Desde este marco histórico, surge el moderno movimiento pentecostal y carismático, que jugará un papel decisivo en el cristianismo mundial.

A medida que, fue desarrollándose los eventos que marcaron profundamente el siglo XX, como las dos guerras mundiales, el holocausto judío, las revoluciones sociales, entre otros, las consecuencias para la teología liberal fueron desastrosas. En gran medida, porque por sus presupuestos apegados a la idea del progreso y optimismo de la humanidad, se reflejaron materialistamente como insostenibles. También, la crítica desde otras corrientes teológicas, como la Teología Dialéctica de Karl Barth (1986-1968), fue decisiva. Por otra parte, generaciones de pastores y laicos formados en instituciones teológicas europeas, influenciadas por el liberalismo teológico, ha derivado en un declive constante del protestantismo histórico en Europa occidental. Es interesante la declaración al respecto del teólogo y ministro escocés David Robertson (1962), que expuso en un importante evento eclesiástico en el 2015 en su país, que: “la teología liberal está matando a las iglesias en Europa. Es un suicidio espiritual. El mayor problema es que algunas iglesias protestantes se están alejando de la opinión de que la Biblia es la Palabra de Dios”. La producción literaria de los exponentes liberales (salvo algunas excepciones), y sus seminarios más representativos, (en el caso cubano: el Seminario Evangélico de Teología de Matanzas, y el Instituto Superior de Ciencias de la Religión de La Habana) han tenido tan poco impacto en la iglesia cristiana, en gran medida, porque han desarrollado una formación teológica, para una iglesia prácticamente inexistente. Más recientemente, su vinculación a movimientos sociales de ultraizquierda y progresistas, sus apuestas por el liberalismo sexual, matrimonio igualitario, pro-aborto, los movimientos LGBTIQ+, y por cuanta idea que dinamite las bases judeocristianas de la civilización occidental. Reflejan con claridad el relativismo y la falta de fundamento de sus propuestas. Ridículamente, intentan manipular su autenticidad histórica, enarbolando banderas de justicia social, derechos humanos, e igualdad racial, como si estos fueran su patrimonio y propiedad exclusiva. Lamentablemente, han catapultado al movimiento ecuménico a un vacío histórico, al cambiar su visión. Por eso, quienes no comulgamos con estos estándares liberales, automáticamente, somos etiquetados despectivamente como “fundamentalistas”, por parte de los liberales más radicales. En el mapa del protestantismo evangélico latinoamericano, estos grupos son casi imperceptibles, salvo por su activismo político y capitulación ante sistemas políticos de tendencia ultraizquierdista. De ahí que, podemos avanzar hacia la otra definición.

  • Conservadurismo evangélico.

El movimiento conservador en el mundo evangélico, necesariamente no tiene sus orígenes en el llamado “fundamentalismo norteamericano”, aunque es indiscutible su relación histórica. El Conservadurismo es el sector que defiende los valores bíblicos, históricos, tradicionales, doctrinales, de la familia y de la sociedad. Ser conservador es apegarse a los fundamentos centrales de la fe cristiana, es proponer modelos de vida de acuerdo a la cosmovisión bíblica. Es desarrollar una hermenéutica Cristo-céntrica de la Palabra de Dios, es, en otras palabras, no ceder ante el liberalismo teológico. La teología conservadora evangélica constituye la reflexión teológica cuyo objetivo es glorificar a Dios, proclamar su Palabra, defender la vida desde la concepción y el diseño original de la familia. Es tener sentido de la importancia de la evangelización, de la necesidad de hacer discípulos convertidos. Es fomentar una educación cristiana de valores bíblicos tradicionales. Es ser voz profética ante el mundo, y no comulgar con intereses antibíblicos. Ser conservador, también es, respetar y amar a quien piensa diferente, es mostrar el amor de Dios a todos sin excepción. Es amar al pecador, aunque no al pecado. Es enseñar y no imponer, es edificar el bien y deshacer el mal. En otras palabras, defender la dignidad del ser humano de acuerdo a los principios eternos de la Palabra de Dios. El Conservadurismo es parte esencial del cristianismo evangélico, es la conexión histórica con el pensamiento protestante histórico antiguo, y a su vez, con el cristianismo primitivo. Somos descendientes espirituales, de grandes movimientos de Fe conservadores: Reformados, Calvinistas, Arminianos, Wesleyanos, Puritanos, Pietistas, en fin, una gran familia de protestantes y evangélicos, que marcaron profundamente a la civilización occidental. Incluso de aquellos que lucharon contra la opresión colonial, la esclavitud, y otras formas de opresión, como nuestros misioneros patriotas, Pedro Duarte, Alberto Díaz, Evaristo Collazo, Enrique Someillán y Aurelio Silvera. Porque un verdadero Conservador es, sobre todo, objetivo, es moderado, es patriota, y es equilibrado. Da el verdadero lugar a las ciencias, tanto humanas, como naturales, porque tener convicciones bíblicas e históricas no nos hace anticientíficos. En nuestras congregaciones, tenemos personas de todos los estratos sociales, de todos los niveles culturales, desde profesionales de todas las ciencias, hasta obreros, campesinos, y amas de casa.

  • ¿Fundamentalistas o Conservadores?

Dejemos claro que, cada individuo es libre de adoptar las ideas que estime conveniente, y asociarse con instituciones u organizaciones de su preferencia, siempre y cuando sea dentro del marco del respeto ajeno, y la responsabilidad democrática. Con este artículo no pretendemos posicionarnos radicalmente, ni marcar una actitud sectaria, sino más bien comprender nuestro trasfondo conservador, y expresar nuestro derecho legítimo a serlo. Si vamos al significado de Fundamentalistas, es una expresión de radicalismo extremo que, sobre todo, se da en una parte del mundo islámico y que ha provocado tanto daño, división, y destrucción en algunas de sus sociedades.  El fundamentalismo en el ámbito evangélico es un término que implica varios aspectos, de manera que, debemos tener cuidado de confundirnos como fundamentalistas, porque históricamente no lo somos, y este término ha evolucionado recientemente. Defiendo el criterio que la inmensa mayoría de los evangélicos cubanos no somos de corte liberal, sino más bien conservadores, no somos fundamentalistas, sino fundamentales. Hay movimientos de corte radical, que existen en todos los espectros ideológicos; desde grupos apoyados en lecturas manipuladas de la Biblia, hasta aquellos que ridiculizan la tradición cristina. Porque el fundamentalista no dialoga, impone.  Los liberales radicales, al no tener recursos objetivos para defender sus posiciones, acuden al subjetivismo, y desarrollan también tendencias fundamentalistas. Cuando llegan a esta etapa, son peligrosos, porque se sienten con las facultades legales para agredir a quienes no responden a su propia desviación teológica-moral.

  • Valoraciones finales.

Esta temática tiene, sin duda, muchas aristas y merece más atención por parte de teólogos y especialistas en el campo evangélico conservador cubano, especialmente en el metodista. Con este artículo solo abordamos aspectos muy generales, y contextuales a nuestra realidad. Tenemos que analizar el fenómeno actual de confrontación, desde miradas teológicas, políticas (no partidista), sociológicas, y filosóficas. También, evaluar aspectos del Iglecrecimiento, ampliamente reconocidos en el contexto cubano y latinoamericano, y muy utilizado por parte de teólogos de corte liberal para hablar del supuesto “peligro” que representa este avance. La dinámica social del protestantismo evangélico, y su impacto en la región, debemos de analizarlo con mirada crítica. Debemos también, profundizar en los Estudios Bíblicos, y en seguir facilitando herramientas para la hermenéutica bíblica, ya que esta es, junto a la oración, la mediación fundamental entre el creyente y el texto bíblico.

Los aportes del movimiento wesleyano, a la teología cristiana conservadora, y su impacto en la sociedad, son parte de los recursos a nuestro alcance, para continuar profundizando en nuestra misión. El trabajo del Rev. Enoel Gutiérrez, en su libro La ideología de Género y su impacto. Una respuesta bíblica desde la Teología Wesleyana, es un ejemplo de cuanto podemos hacer en el ámbito académico e intelectual. También, los trabajos académicos de otros autores evangélicos, debemos ponerlos a disposición del público para visibilizar las riquezas de nuestro pensamiento conservador. La unidad de una gran parte de los evangélicos cubanos, a través del proyecto de la Alianza de Iglesias Evangélicas Cubanas (AIEC) es otro factor importante que, sin duda, incorporará a otros actores evangélicos en el futuro, por ser una iniciativa que traerá enormes beneficios a nuestras comunidades cristianas.


Vice-Rector. Rigoberto Figueroa Yero. Máster en Teología.
Vice-Rector.
Rigoberto Figueroa Yero.
Máster en Teología.


  • 0

Una familia cristiana saludable, el reto para hoy

La familia contemporánea está enfrentando grandes y serias dificultades. Existe una tendencia de acomodamiento a lo que está de moda en la sociedad actual, llevándoles cada vez más hacia una desintegración moral. Este es un fenómeno real en la época moderna, por lo que los hogares cristianos hoy enfrentan un gran desafío.

Ante las profundas trasformaciones y los fracasos matrimoniales y de todo tipo que ocurren a nuestro alrededor, podemos preguntarnos si hay posibilidad de que exista una familia cristiana saludable. No hay otro libro que sea más práctico que la Biblia, para la orientación espiritual, ética y moral de nuestra vida. Por tanto, nada mejor que aplicar los principios bíblicos a la relación matrimonial, así como entre padres e hijos.

Desde el principio, el mandato de Dios al matrimonio fue la procreación y la administración. Dios, como arquitecto de la familia, comisiona a ambos para cumplirlo. Tanto el hombre como la mujer juegan un papel muy significativo en la relación y crianza de los hijos. De cada uno depende la salud familiar y en su conjunto, el verdadero cumplimiento de lo que Dios demanda de nosotros.

El reto de ser hombre, esposo y padre implica mucho esfuerzo, valor y sobre todo, amor. En cierta medida, muchos problemas que se generan en el hogar pudieran evitarse si el esposo cristiano ofrece el liderazgo necesario como cabeza del mismo. Este vínculo refleja la relación de Cristo y su Iglesia. Además, el marido tiene la responsabilidad de amar a su esposa, es ese amor sin condiciones ni demandas, el amor que sustenta y cuida. El hombre cristiano debe vivir sabiamente con su esposa, el apóstol Pedro insta al esposo a rendir honor a su esposa. Una parte implícita de su liderazgo consiste en no dejar de crecer, tanto intelectual, emocional, como espiritualmente.

El reto de ser mujer, esposa y madre es grandioso y portentoso, ya que Dios ha creado a la mujer en una altísima posición y con funciones particulares. El desafío es grande, pero con la ayuda del Señor se puede experimentar un hogar feliz, distinguido por la comunicación abierta y el amor. La mujer ha recibido de Dios dones maravillosos. Aunque no tenga hijos, su instinto materno se manifiesta por la clase especial de cuidados que brinda a todos aquellos que acoge bajo su techo. Su capacidad instintiva para establecer un hogar convierte ladrillos y mezcla en un refugio caluroso y alentador, apartado del mundo externo.

 En cuanto al placer y creatividad sexual en el matrimonio, es importante aprender a entender las diferencias de atracción y expresión sexual que existen en el hombre y la mujer. Cada uno debe aprender cómo satisfacer a su pareja, despojándose de todo deseo egoísta, para entregarse a una relación donde lo más importante es satisfacer a la otra persona. Cuando se produce este tipo de entrega, le aseguro que ambos serán plenamente satisfechos y su relación florecerá aun en tiempos de sequía.

Dios nos reta a experimentar la fe, a través de una vida completamente entregada. Es un desafío para los padres cristianos vivir ante sus hijos de manera genuina, aun cuidando de los más mínimos detalles. Para lograrlo, no hay nada más saludable que aplicar los principios bíblicos como marcadores en las relaciones de familia, sin llegar a la imposición legalista de los mismos. El propósito es que hagan uso de la palabra de Dios en términos prácticos. Por tanto, se hace necesario que cada familia ajuste sus normas conforme a los valores establecidos en las escrituras.

Como padres, también somos retados. Debemos mantener reglamentos claros y realistas en el hogar y dárselos a conocer a nuestros hijos, y a medida que estos van creciendo las reglas deben ser adaptadas. Resulta muy dañino para los adolescentes y jóvenes que sus padres les continúen tratando como niños, usando el mismo sistema de retribución y castigo.  Hay varios principios a seguir como parte del maravilloso y difícil reto de ser padres.

Es necesario que alabemos a nuestros hijos por su buena conducta. Para muchos padres es más fácil recordarle a su hijo en qué ha fallado, que darle alabanza por lo que ha hecho bien. En muchos casos, la amonestación constituye prácticamente el único medio de comunicación entre ellos. Esto trae consigo consecuencias negativas en la relación entre padres e hijos. Por otra parte, es necesario exigir el cumplimiento de las reglas de forma justa y consecuente. Ellos demandan y necesitan reglas firmes y límites seguros.

La meta de la disciplina es que se produzca obediencia, por tanto, no se nos puede olvidar expresar amor y aceptación rápidamente después de la corrección. Los hijos necesitan sentirse amados y aceptados por sus padres. También es importante que al crecer sean involucrados en las decisiones familiares. 

Seamos los mejores padres posibles para nuestros hijos, ofrezcámosle amor, y afecto, aceptación total, seguridad, cuidado físico y material, comprensión y una disciplina y corrección consecuentes. Tenemos una gran responsabilidad ante Dios y él nos va a calificar en esta tarea.

No podemos olvidarnos de la recreación familiar, ya que esta práctica puede llegar a tener un alto valor en la vida de los hijos, y fomentar en ellos la espontaneidad, la creatividad, además es importante para establecer patrones bíblicos. La recreación en familia no siempre requiere de dinero, pero sí un tiempo de calidad.

La oración, la lectura bíblica, el sentido de Cristo en nuestras vidas y toda clase de actividad espiritual nos proporcionan fortaleza y profundo contentamiento. Cuando hacemos de nuestro hogar un refugio de la presencia de Dios, confiándole y dependiendo de él en los asuntos personales y de índole familiar, crecemos y echamos raíces profundas en nuestra relación con él y con cada miembro de la familia. Al alcanzar este equilibrio, podemos considerar que sí se puede lograr el reto que hoy se nos impone, llegar a ser una familia cristiana saludable.  


Master en Familia. Aimet Rodríguez